LOS AÑOS DE PIEDRA DE LA LITOGRAFÍA

• Galería Tórculo - Claudio Coello 17, Madrid. Hasta el 30 de junio De 35.000 a 150.000 pesetas

Para conmemorar el bicentenario de la invención de la litografía en 1796 por Aloys Senefelder en Munich, se ha organizado esta exposición de obras de nueve litógrafos, significativos de la situación por la que atraviesa entre nosotros este procedimiento de grabado, consistente en estampar láminas originales partiendo de una pintura o de un dibujo realizados con tintas y lápices grasos directamente sobre una placa de piedra calcárea. Tres sugestiones generales se desprenden de esta muestra. La primera, caer en la cuenta de que son pocos los artistas espa-ñoles que cultivan la litografía, siendo mucho más numerosos los aguafortistas y serígrafos. Siempre ha sido así, a pesar de que la «lito» se introdujo en España pronto (Goya la-aprendió en el taller madrileño de José de Cárdano, quien se, había iniciado en el propio taller de Senefelder) y pese a que se trata de una técnica más pictórica y menos complicada que las de los grabados tallados sobre tacos de madera (xilografía) y sobre láminas de metal (buril y aguafuerte). En resumidas cuentas, ¿quién puede citar una veintena de maestros españoles actuales de la lito? Bienvenidos sean los nueve de esta muestra! De otra parte, comprobamos en la exposición cómo en la «lito» actual se está produciendo. cierta sustitución de la piedra calcárea por la plancha de zinc o de aluminio, con lo que es cierto que se pierde alguna calidad tradicional -sobre todo, la peculiar textura porosa-. Sin embargo, ¿merece la pena mantener un purismo a ultranza? Del elenco reunido aquí, utilizan la piedra de manera purista Alcorlo, Bonifacio, Ana Comellas, García-Ochoa, Enrique Ortiz y Dimitri Papageorgiu. Sin embargo, la calidad técnica de las otras propuestas -las de Argimón, Don Herbert y Alfredo Piquer, es tanta que, sobre los resultados, se hace difícil establecer diferencias en la tecnicidad. Lo que sí conviene es especificar el procedimiento, seguido. Y la tercera consideración resulta esperanzadora, pues es la referente a que nuestros litógrafos están empeñados en mantener una consistente labor de magisterio en Madrid, Barcelona, el País Vasco o Galicia. Así lo significan seis de !os nueve reunidos: en Madrid, Dimitri fue un adelantado, al que ahora secundan Don Herbert en su taller personal y Piquer en , entidades oficiales. En Barcelona, Comellas ha sucedido a Argimón dentro del Conservatorio de las Artes del Libro. En el País Vasco, Don Herbert amplía su influencia a través de Ateleku. Y en Galicia, Enrique Ortiz es el alma de ‘O obradoiro da Se’. Con lo que se está configurando una nueva frontera -y ojalá que un desarrollo renovado- de la «lito» entre nosotros.

José MARÍN-MEDINA (A B C de las artes)